martes, 25 de marzo de 2014

Expectativa sistémica

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Al hablar de vivir bien, por supuesto que es vital incorporar el aumento de la producción y su equitativa distribución.
 Alberto Bonadona Cossío                                            
Todo cambio o modificación dentro de cualquier esquema se encuentra inmerso a un proceso gradual con el cual se pueda llegar al sendero planteado. En ese sentido, se entiende que es necesario que nuestro país eleve su productividad.
A mediados de Mayo o Julio del 2012 el ejecutivo federal (el aún gobierno panistas) emprendió una contracción en la inversión pública, situación que en términos reales ha permaneció constante durante el primer año de gobierno del presidente Peña, contrayendo el ritmo de la economía.
Sin duda, es imperiosa la necesidad de que la inversión pública se comience a realizar para que vía efecto multiplicador se generen empleos, es de suma importancia comenzar a sentir progresivamente el beneficio de las reformas (aunque no hayan comenzado en términos prácticos) o comenzar a canalizar los medios para que las expectativas se vuelvan reales, de no cumplirse eso, por muy efectiva que sean las reformas no fructificarán.
Existe un factor político medular, que le da forma y sentido a toda política económica planteada, me refiero a las expectativas de la sociedad acerca de la economía, es ahí donde se puede potencializar y tomar una actitud de cambio, donde todos trabajen con fuerza para construir un país mejor, para que se sienta que todo cambio es para bien.
El grueso de la sociedad no cree en nada, mucho de ello se sustenta a que los tomadores de decisiones no las ejercen de forma eficiente; expreso la anterior aseveración,  porque no se crece al ritmo esperado, tampoco incluyen a muchas de las personas que se encuentran marginadas, faltos de oportunidades, de viabilidad de proyectos de vida, de eliminación de pobreza, de construcción de un porvenir, esta situación.
Las desigualdades sociales no tienen colores partidistas, pues todos los ciudadanos somos partes de esto, algunos por apatía, otros por negligencia. La pobreza es imperdonable, y en palabras de Don José Iturriaga: La pobreza es antiética y antiestética.
Regreso a mi trillado planteamiento de que para avanzar y dar respuesta a las desigualdades es necesario que el desenvolvimiento de las instituciones públicas legitimen su existencia, no vía cambio de nombre, sino con eficiencia, siendo éste el medio para que se elimine el abundante escepticismo social que impera.
No existirá política económica – por muy buena que sea- que logre disminuir las brechas de desigualdad si no se logra que las reglas del juego sean claras, las políticas públicas eficientes, y que el derecho atienda a la pluralidad; por muy controlado que pueda llegar a estar el poder del Estado si no se cuenta con avance en desarrollo se seguirán presentado penosos sucesos de toda índole.
De igual forma, a las administraciones municipales se les deben exigir más. El municipio es el gobierno más cercano a la población, siendo la base del andamiaje institucional que mejor debería conocer su territorio, a partir de la observancia se debería producir elementales respuestas a las necesidades de la población, pero no, las cosas suceden a contrario sensu y los ediles terminan presentando ocurrencias costosas y regresivas, pues en lugar de lograr construir un bien público, eficiente, dinámico y productor de calidad de vida, todo se construye al revés, ineficiente, costosos y arcaico.
Sin duda técnicamente hablé de todo, para que avancemos se debe contar con las variables más significativas bien alienadas hacia un mismo fin. El derecho por si solo nada resuelve, de igual forma la economía sin reglas claras no avanza. Debemos pasar de la simulación hacia acciones que puedan garantizar respuestas a nuestras necesidades presentes y prevención de nuestras necesidades futuras.
Recordando:
  • Cuando la economía transita hacia un sistema más abierto, es cuando el Estado debe ser más eficiente y contar con reglas claras, flexibles y progresivas.
Twitter:@David_Quitano

jueves, 27 de febrero de 2014

Cátedra O´Donnell en el COLVER

"El gran desafío de la ciudadanía es recordar exigentemente a los poderes del Estado que ellos son nuestros y que, por lo tanto, son para nosotros"
Guillermo O´Donnell

Del 28 al 30 de abril del presente año en el Colegio de Veracruz se presentará un ciclo de conferencias de la laureada cátedra del científico social argentino Guillermo O´Donnell.
La gestión por parte del Maestro Eugenio Vásquez Muñoz Director General del Colegio de Veracruz para hacer llegar la Cátedra O´Donnell a nuestra entidad, se posiciona como una oportunidad valiosa para analizar los planteamientos de éste brillante pensador encontrando en ellos instrumentos que coadyuven en el funcionamiento de la cosa pública.
El legado teórico de O´Donnell es de enormes magnitudes, sus contribuciones a temas relacionados con la democracia delegativa sienta precedente a los análisis actuales sobre democracia moderna y posteriormente a la democracia de calidad.
De igual forma destacan sus trabajos sobre el Estado burocrático-autoritario, las características de los procesos de transición a la democracia (de Estados autoritarios a democracias), a través del desarrollo de conceptos como "accountability (responsabilidad) horizontal", "democracia micro" y "democracia delegativa" conceptos que en la actualidad son punta de lanza en los debates serios e insesgados.
Una de las tesis principales de Guillermo O´Donnel es que la aparición de regímenes autoritarios en los países más grandes de América Latina a partir de los años 60 se debe en gran parte, aunque indirectamente, a las dificultades de “profundización”, capaces de obstruir el proceso de industrialización.
Albert O. Hirschman en su texto titulado De la economía a la política y más allá, menciona que una de las mayores contribuciones de O´Donnell es explicar los acontecimientos políticos basándose en fenómenos económicos, pues menciona que en momentos donde la tasa de inflación y las crisis son más recurrentes, se vuelven ampliamente aceptados como síntomas y como propulsores de la desintegración sociopolítica llevando a la sociedad a sistemas autoritarios.
Cuanto mayor y más extendido esté el sentimiento de incapacidad para resolver problemas, mayor será la propensión a realizar el cambio de régimen, así como la disposición de los grupos más grandes a aceptarlo y quizá a recibirlo bien.
Cuanto mayor sea el número de problemas sin resolver, reales o supuestos, el momento del establecimiento de un gobierno autoritario, mayor será la tentación y justificación de ese gobierno de instalarse en el poder durante un largo periodo de tiempo, siendo mayores sus posibilidades de legitimarse, siempre que sea capaz de solucionar los problemas o de modificar el arquetipo.
Hay un fondo conceptual relevante en la noción de democracia delegativa que propone O´Donnell más allá del universo empírico de referencia que estuvo presente en el momento de su elaboración, que por su contenido trasciende ese contexto histórico, y recobra hoy vigencia en otra situación histórica de américa del sur, atravesada por la presencia de otros líderes delegativos.
El fondo teórico es la concepción de poder que singulariza la noción de democracia delegativa. Es decir, el poder (una concepción determinada de poder) constituye el punto central que organiza, cohesiona, y da consistencia al concepto de democracia delegativa.
Guillermo O’Donnell nos deja una obra, no una mera yuxtaposición de artículos científicos. Su obra es una producción sistemática y coherente, que va más allá, de las buenas ideas. Toda su producción, que no podemos resumir, combina admirablemente la amplitud de la información, y la profundidad de sus conocimientos, con el rigor del razonamiento, que lo ponía al servicio del diálogo con el lector, hace reflexionar sobre los planteamientos y las condiciones imperantes en la sociedad.
De esta manera expone que el modelo clásico de representación política ha sido y es reiteradamente cuestionado, porque se supone que los elegidos representan a la nación en su conjunto, y no a los electores que efectivamente votaron por ellos. La pregunta nos lleva, asimismo, a recordar y replantear los fundamentos de la legitimidad democrática. Hay muchas razones; solo presentaré alguna de las que Hugo Quiroga destaca en su artículo sobre la democracia delegativa como subrogación consentida.
En primer lugar, el principio de legitimidad se encuentra en el corazón de la teoría democrática. La legitimidad democrática se funda en el principio rousseauniano de la soberanía del pueblo. En segundo lugar, porque se ha ampliado el espacio público político con los medios de comunicación masiva y las nuevas tecnologías de la comunicación.
Cuando se habla de poder se habla, al mismo tiempo, de responsabilidad y de control. La responsabilidad como sabemos, es constitutiva del poder, no hay poder sin responsabilidad. Cuando los elegidos representan al pueblo deben dar cuenta del poder que les han delegado. Aquí se halla el fundamento de la responsabilidad política.
El concepto de poder delegado contiene una fuerza explicativa que me ha permitido pensar, durante estos años, en los estrechos vínculos entre poder, democracia y representación.
Uno de los grandes dilemas de la democracia es que los ciudadanos deben defender su condición de agentes generadores de un poder ascendente, que no suele además tener en consideración sus necesidades mínimas. Además la capacidad de elegir pero también de ser elegidos constituye uno de los grandes valores de la democracia moderna, pero también su talón de Aquiles.
Otra de las grandes contribuciones de O´Donnell es su condicionante al decir que necesitamos un Estado donde cada una de sus instituciones sean auténticas, porque los gobiernos de turno suelen decirnos que lo que hacen y dejan de hacer es por el bien de todos. Nuestro derecho a un buen Estado es el derecho a la autenticidad. Esa demanda de un buen Estado es un proverbio natural de que estos poderes que ellos ejercen son nuestros; nosotros se los prestamos pero no los dejamos en sus manos para que ellos decidan.
A veces la política corre el peligro de enamorarse de los poderes -dice O´Donnell- ; es el riesgo diabólico de enamorarse demasiado de ellos. Entonces hace falta un momento de retracción y mirar esto de forma crítica.
De eso y mucho más ha escrito este lucido pensador argentino; así que ocupemos la cátedra que está por venir como un valioso avío cognitivo y cognoscitivo.
Recordado:
• Es por ello y por muchas cosas más la importancia que se asista a este ciclo de conferencias, pues O´Donnell junto a Robert Dahl, Gaetano Mosca, Bernard Crick, Albert O. Hirschman, David Easton, Norberto Bobbio, David Held, Giovanni Sartori han contribuido de manera importante en los avances que en temas de democracia se han alcanzado en México y el mundo.
Twitter: @David_Quitano

lunes, 27 de enero de 2014



Gobierno Factótum
La contradicción social más devastadora es tener gobiernos que no gobiernen.
Dr. Luis F. Aguilar Villanueva
Cuando creíamos que los problemas perennes del gobierno de nuestro país se debían centrar propiamente a cuestiones relacionadas con crecimiento y la redistribución del ingreso, se nos presenta el lastre en su máxima expresión, que es la anomia (praxis), un deterioro del tejido social con rasgos del Estado salvaje (Estado de naturaleza) en términos de Hobbes .
Me refiero a que el deterioro de la superestructura mexicana esta siendo lacerada por todos lados, un acentuado escepticismo con respecto al ejercicio de las instituciones, desincentiva la actividad económica en término de la elección pública y social, una intranquilidad permanente con respecto a su quehacer diario se vuelven algunas de las cosas que tiene a México un punto crítico, pero que paradójicamente al mismo tiempo se vuelve momento clave para la edificación de un país transformado y definido como tal.
Con ese marco de referencia, es imperiosa la necesidad de un proyecto de gobierno que tenga como estrategia la reconstrucción de las estructuras y características que den funcionalidad y que eliminen la hipertrofia nacional que se construyó.
Hoy en día, en ese sentido lo más cercano a una agenda real y definida tiende a plantear el objetivo de convertir al presidente en el corazón del Estado y al gobierno el factótum del desarrollo económico.
La postura por parte del ejecutivo federal de posicionarse como el interlocutor entre las acciones de las fuerzas; esa es la lógica de análisis que se ve manifestada –por ejemplo- los problemas “armados” en los estados de Michoacán y Guerrero, donde el interlocutor entre los frentes es el gobierno federal, cuando en términos reales con la aplicación de un irrestricto Estado de Derecho se tendría que ejercer esa máxima “con la ley no se negocia” y no partir de cual es menos malo.
De solucionarse con éxito (como creo que sucederá) el problema en los ya mencionados estados, se presentará la actual administración federal como eficaz, pues “solucionaría” un problema que cuando menos tiene un tiempo de duración que oscila en los 15 y 20 años. Ello ayudaría a que se empate la realidad y el discurso dando cierta certeza a las acciones; ahí es cuando el análisis no debe ser estático, sino dinámico; aquí recordemos otra máxima “todos los actos y sucesos sociales contienen su tinte o naturaleza política”.
Lo anterior encuadraría perfectamente con el aforismo preciso de Luis Rubio al decir “El desarrollo no es un proyecto de poder: es un resultado de la acción eficaz del Estado”.
Por lo tanto, el gobierno de la república irá consolidando su poder conforme vaya resolviendo eficazmente los problemas que vive el país, probablemente muchos de ellos tengan una naturaleza impopular como la reforma educativa o la energética, porque ellas surgen como una necesidad en la búsqueda de competitividad que demanda el entorno actual, no solo nacional, sino internacional.
Me planteo una interrogante y digo ¿México vive una crisis o es un proceso natural de la coyuntura?, probablemente muchos dirán que es una crisis, que el gobierno no tiene fuerza, se encuentra coludido; pero otros podemos pensar y hacer un análisis no estacionario del problema, mostrándonos resueltos y decir que las manifestaciones aunadas a los demás levantamientos o equis expresión social, son el reflejo del natural proceso coyuntural; transcurso que no solo es administrativo sino de potestad.
Las manifestaciones actúan como el engrasante dentro del proceso de acomodo social, es la modernidad liquida de la que habla Zygmunt Bauman, al decir que antes las “revoluciones” eran sólidas porque compartían un mismo interés, ahora los levantamientos son líquidos porque solo representan  a cierta parcialidad dentro de ciertos sectores, de tal suerte que con una aplicación eficaz de la acción gubernamental se soluciona.
De esa forma, es que afirmo que los procesos sociales en sentido económico se irán consolidando, porque es una propia evolución del actuar capitalista, y los deterioros de las estructuras son el lastre de la condición humana, pues buscan elevar sus ingresos bajo el mínimo esfuerzo en una economía del conocimiento, me refiero a que por ejemplo las entidades anteriormente mencionadas están dentro de las 3 con mayor rezago educativo en nuestro país.
Entonces ¿Cuál es la forma para solucionar esto?, a lo que concluyo mayor participación, coordinación y preparación, anteponer los intereses personales por los totales, pasar del yo, al nosotros, del a mí no me afecta, a todos somos ciudadanos, pasar de la apatía, al hacer valer nuestro dote constitucional y civil de ciudadanos, en suma a comportarnos como tales para mejorar nuestra condición nacional.

Recordando:
·         No se puede realizar una afirmación cuando se desconoce causa, persona o asunto.
·         Exceso de escepticismo genera opacidad decisoria.